De la cocina Portuguesa: Pastéis de Nata

El año pasado tuve el privilegio de viajar por primera vez a Portugal. Me pareció un lugar mágico, lleno de historia y con una cultura rica y singular. Me enamoré de sus calles inclinadas, de sus cerámicas decorativas en cada fachada, de su gente amable y risueña, pero, sobre todo, de su comida.
Probé los mariscos más frescos y deliciosos que jamás había comido. Mis preferidos fueron los carabineros preparados de manera sencilla, con solo aceita de oliva y sal marina. Comí croquetas de bacalao hasta que me salieron por las orejas, tomé vino verde a diario para refrescar el alma, e hice mi mejor esfuerzo por probar cuanto plato típico conseguí. En las mañanas salía a caminar sin rumbo, perdiéndome en las calles empedradas, deleitándome con cada fachada, cada detalle, y me pasaba por las panaderías locales señalando con el dedo los panes y delicias que quería probar, sin saber ni como se llamaban ni qué ingredientes tenían. Fué toda una aventura culinaria que disfruté al máximo.
Pero lo que más me gusto fueron sin duda los típicos Pastéis de Nata que abundan en cada esquina. Para aquellos que no los conocen, son unas pequeñas tartaletas de hojaldre rellenas de un pudín hecho a base de azúcar y huevos. Fueron creadas por monjes católicos en el siglo 18 en el distrito de Belém, Lisboa. Desde que los probé quedé obsesionada. Durante el viaje me comía entre 2 y 3 cada día (no les miento, aumenté algunos kilillos en le proceso…), y volví con muchas ganas de recrearlos en casa.
Pero no había tenido el tiempo de intentarlo hasta hoy. Si algún beneficio ha tenido esta cuarentena del Coronavirus ha sido que he tenido un poco más de tiempo para volver a lo que me gusta- ¡la cocina! Y en mi lista de platos por probar estaban de primero los Pastéis de Nata.
Aquí les dejo mi adaptación de la receta de Pastéis de Nata de George Mendes.
La receta lleva su tiempo y dedicación (sobretodo por el hojaldre), así que les recomiendo que la hagan con paciencia. La masa se puede hacer un día antes y guardarse en la nevera- de hecho es lo más recomendable. Y para aquellos que no les gusta el proceso de hacer masas, siempre pueden sustituirla con hojaldre pre-hecho. El relleno es súper fácil, así que no tienen excusa.
En mi casa no duraron lo que dura un suspiro. Sofía mi hija, que nunca prueba nada, se los devoró en minutos, y yo tuve que esconder algunos para que no me dejaran sin nada. Aquí les dejo la receta. Y si tienen cualquier pregunta, escríbanme.
¡Espero que les gusten tanto como a mí! Enlace a la receta