Aliños para sazonar

¿Alguna vez les ha pasado que tienen antojo de comer algo rico pero les da flojera el proceso de la preparación? Creo que probablemente todos hemos pasado por allí, y terminamos comiendo algo inapetente o insípido a falta de tiempo o energía para hacer las cosas bien. Pero ¡no más! Quiero compartirles un truco que es el equivalente a un atajo en la cocina. En mi casa le llaman “los aliños” y se utilizan para sazonar un sin fin de platos.
Todo empezó en una conversación con mis tías. Recordando las recetas de mi abuela Marucha (¨Mima¨para sus nietos), yo me quejé de que si bien me encantaba el pollo desmenuzado que solía hacer mi abuela cuando yo era niña, yo casi nunca lo preparo pues me da flojera el tiempo y esfuerzo necesarios para hacerlo. Mis dos tías se me quedaron viendo con cara de extrañeza, y una de ellas exclamó ¨¡pero si es facilísimo!¨
Claro que es fácil, respondí yo, pero hay veces en que uno no tiene tiempo para estar picando cebolla, haciendo un sofrito y además cocinando el pollo. Y ahí fue cuando el secreto que no es tal (pues para mis tías nunca lo fue) me fue revelado: El truco está en tener listos lo que ellas llaman “Los Aliños”.
Los aliños no son más que un sofrito hecho con antelación. Pero la verdadera revelación es que una vez hechos de esta manera pueden conservarse en la nevera durante mucho tiempo (incluso por meses), listos para usar. Y lo mejor de todo es que dan una sazón divina a un sin fin de comidas, en menos de 5 minutos.
En el desayuno, son perfectos al hacer huevos revueltos con un toque diferente. A los frijoles les dan un sabor exquisito. Sirven también como base para guisos y salsas. E incluso convienen como salsa para empanadas o pastelitos. Mientras más los uso, más me enamoro del concepto, pues me han ahorrado muchísimo tiempo en mi cocina diaria y le han agregado una profundidad de sabor a los platos rutinarios.
¿Qué como se hacen? ¡Muy fácil! Llevan su poquito de tiempo en hacer, pero una vez hechos se conservan durante años en un envase de vidrio bien refrigerado y sirven para sazonar rápidamente un sin fin de platos. Aquí les comparto la receta familiar:
Los aliños de mi abuela
Ingredientes:
– ½ Kilo de cebolla
– ½ Kilo de pimentón rojo
– 1 Kilo de tomate
– ½ Kilo de puerro (ajoporro)
– 2 Cebollines
– 1 Ramita de apio (célery)
– 2 dientes de ajo
– ½ taza de aceite de oliva
Preparación:
-En una olla grande, coloca aproximadamente un litro de agua y llévalo a un hervor.
-Con un cuchillo afilado dibuja una “X” sobre la piel de los tomates (apenas para cortar la piel), y colócalos en el agua hirviendo por un minuto para aflojarles la piel. Saca cuidadosamente los tomates, y una vez fríos quítales la piel y las las semillas.
-En una licuadora o procesador, coloca la cebolla, el tomate pelado, el apio, el pimentón, la parte blanca del puerro y el ajo hasta que quede todo bien mezclado y líquido. Si es necesario, puedes agregar un poquito de agua para ayudar a que todo quede bien incorporado.
– En un caldero, calienta el aceite. Agrega la mezcla de vegetales procesados y llévalos a un hervor revolviendo de vez en cuando con una cuchara de madera. Luego baja el fuego y sofríe a fuego lento por media hora, revolviendo de vez en cuando. Retira del fuego.
– Una vez frío, envasa los aliños en potes de vidrio refrigéralos.
¡Listo! Luego es sólo cuestión de utilizar una cucharadita de aliños concentrada cada vez que quieran sazonar algo. Por ejemplo, se coloca una cucharada en un sartén y se utiliza para saltear junto con pollo cocido o carne mechada para darle sabor. También se le puede agregar a los frijoles mientras se cocinan o a la carne molida. Nada más fácil que calentar y agregar al plato de su elección.
Esta es mi receta de familia. Y ustedes ¿utilizan aliños en su cocina? o ¿tienen una receta de familia que les gusta? Nos encantaría que nos cuenten para aprender y compartir con la comunidad de Una Pizca.
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